lunes, 19 de julio de 2010

Tres tazas de té

Hay libros que merece la pena recomendar y regalar. Tres tazas de te encabeza la lista

miércoles, 14 de julio de 2010

La teoría del donut

Una de las características de grandes líderes y directivos con talento es la de alcanzar grandes resultados, superiores al promedio, en sus organizaciones. El impacto de estos resultados viene dado con frecuencia en la forma de un 'donuts'. Nos explicaremos. Todos sabemos lo que es un 'donuts': un bollo con un agujero en el centro y una parte externa rolliza y mollar. El 'donuts' es una manera de expresar y encontrar el equilibrio e integración entre lo que hemos de hacer y lo que podríamos hacer o ser: entre la obligación y la devoción.
En su parte interna se halla nuestra área de responsabilidades y obligaciones. Es el conjunto de deberes que hay que cumplir y que son fijados por la organización. Es lo que se nos manda y lo que se espera de nosotros. No cumplirlo significa fracasar. Pero cumplirlo a secas no supone necesariamente el éxito. El éxito no es lo opuesto ni lo inverso al fracaso. Se halla en la otra parte.

El área mollar del 'donuts', el rosco alrededor del hueco, contiene nuestra área de posibilidades, de libertad y de oportunidades. Hay miles de cosas en esta área que ni nos mandan ni nos prohíben. Pero aquí se hallan, paradójicamente, las teclas principales del éxito y de la contribución e impacto en la organización y en nuestra carrera. Se trata de tomar iniciativas, asumir riesgos, identificar oportunidades y aprovecharlas: no esperar a que los ángeles pasen volando delante de nosotros para cogerlos por los tobillos, sino ir a buscarlos. Nadie nos castigará ni criticará por no hacerlo, pero no tendremos éxito si no lo intentamos.

Además de entrega, compromiso y moral de luchador infatigable, el directivo con talento posee muchas de las características que diferencian al profesional excelente del meramente adecuado: entrega total; acción y riesgo; superación, perseverancia y coraje; habilidad para aprovechar las oportunidades; liderazgo, y sentido del disfrute. Todas ellas no están escritas ni en su contrato ni en la descripción del puesto. No forman parte de sus deberes y obligaciones, sino de lo que él podría hacer, no porque se lo exijan los demás, sino porque se lo exige él a sí mismo.

Las mejores y más exquisitas esencias y cualidades que un profesional puede aportar a una organización pertenecen a lo que las personas sólo dan si quieren. Es algo que no se compra ni se vende, sino que se regala generosamente y sale del fondo del corazón.

Los momentos en que con más entusiasmo nos hemos entregado a un proyecto y vaciado en él, sin regateo de tiempo y esfuerzo, y que han constituido hitos relevantes en nuestra carrera y en nuestra vida, no han tenido que ver con las obligaciones de nuestra descripción de puesto y, mucho menos, con el salario. Han sido opciones libres, ejercicio de nuestra voluntad, donde hemos aplicado nuestros mejores talentos, dando mucho más de lo que se nos pedía, con total compromiso, entrega y generosidad; no esperando nada a cambio y satisfaciendo el hambre del espíritu y nuestras necesidades más exquisitas de desarrollo.

Lo importante es el viaje, no la llegada. La meta es el camino. Todo esto es lo que se halla en la parte más mollar y rica de nuestro 'donuts'.

Por José Medina

martes, 13 de julio de 2010

Déjate de cuentos, y ¡sal a ganar!

La genialidad se alimenta de rebeldía, singularidad, creatividad, desparpajo, sana autoestima y de abrir las alas. No todos se atreven a ser geniales, algunos prefieren ir de mediocres por la vida. El mundo parece ser de los mediocres. Quizá éste fenómeno se debe a que a muchos les ha gustado eso de lograr el éxito sin esfuerzo. ¿Para qué esforzarse en conseguir una meta porque se es brillante, inteligente, comprometido… si luego le dan el puesto a la 'tonta' o al 'pelota' de turno? Comprendo que mucha gente se haya apuntado a la mediocridad sin pararse a pensar en el precio que pagan. El miedo, la ausencia de valentía y coraje hacen que muchas personas tiren la toalla, y no persistan en lograr sus sueños ni en vivir sus destinos de forma genial y libre.

O te curras el éxito o coges el ascensor de subida rápida a la cumbre. Tú eliges: genialidad o mediocridad. Los ganadores siempre tienen un plan. Los perdedores siempre tienen una excusa. Te cuento la anécdota sobre dos vendedores de zapatos que fueron enviados a África. Al llegar y ver que nadie llevaba zapatos, uno de ellos envió un fax diciendo: "Regreso a casa. Nada que hacer. Todos descalzos". En cambio, el del otro decía: "Todos descalzos. Gran oportunidad. Manden miles de zapatos…". El primero optó por salir a no perder, y el segundo por salir a ganar. Diferentes actitudes, distintos resultados.

Salir a ganar no es lo mismo que salir a no perder. Quien va por la vida saliendo a no perder, no ganará nunca. Si no recoges los frutos esperados, analiza si tienes una estrategia. Si te sientes atrapado en el miedo, la desidia o el victimismo, si no lideras tu vida, y te quejas pero no haces nada, es fácil adivinar por qué la mediocridad se ha instalado en tu casa. La queja sólo debe durar cinco minutos, y sólo para constatar qué es lo que nos tiene hasta las narices. Ergo, haz algo productivo con la queja. Si te sientes falto de energía, si crees que todos se aprovechan de ti, si te sientes incapaz de hacer valer tus opiniones, deseos, valores o trabajo… ha llegado el momento de revisar el grado y estilo de compromiso que tienes contigo.

¿Estás dispuesto a salir a ganar? Si lo que recolectas no te gusta, revisa qué y cómo siembras en tu vida. Si mostrar tu genialidad te parece peligroso, no te quejes. Haz y opina lo que opine el CdR (Club del Redil), te resultará muy fácil obtener el carné de socio del año. Elegimos. Nadie nos hace nada que no consintamos. De ti depende que te pongas el gorro de la mediocridad o el de la genialidad.

Lidera tu vida. Haz lo que se ajuste a tus dones y capacidades. Eso de que hay que trabajar para ganarse el pan con el sudor de la frente, y de que ya es bastante con tener un trabajo, déjalo para el CdR. Tú trabaja, labora, empléate en lo que es tu vocación o se ajusta a la misión de tu alma, sin importarte si es más o menos premiado y aplaudido en el CdR. Disfruta de tu vida. Trabaja en aquello que amas. Y si no, al menos ama aquello en lo que trabajas. Y constrúyete un puente hacia tu destino. Déjate de cuentos, para ganar, tus dones has de hacer brillar.
 
Por Rosetta Forner